La época de esplendor de la Estación Peralta
EN EL MES DEL 138º ANIVERSARIO
La Estación Peralta supo tener en su momento de apogeo una vida dinámica cuando aún funcionaba el servicio de ferrocarril. Hoy, las ruinas delatan el paso del tiempo y solo quedan vestigios de un pasado con gran actividad.

A fines de la década del 50, residían en Peralta unas diez familias de manera estable y estaban también los empleados del ferrocarril -en su mayoría hombres solos- que entre otras cosas, se encargaban de reparar las vías, y vivían en una suerte de asentamiento en casillas de maderas. En aquellos años pasaba el tren dos veces por día por la estación y definitivamente ese trayecto era lo que daba vida al paraje. Salía de Bahía Blanca e iba hasta Olavarría para luego volver. Ese era el medio de movilidad, porque no había tantos autos. Tampoco podía faltar en Peralta un almacén de Ramos Generales, propiedad de la familia Sachi, de esos bien surtidos en los que hasta se carneaban ovejas para vender la carne -bien fresquita- , y contaba además con estafeta de correo. Cerca del almacén que abastecía al paraje, estaban el bar y el hotel, donde se tejían redes sociales toda vez que los parroquianos se juntaban a tomar un vermouth, jugar villar o una partida de cartas. Y quizás unos de los íconos que aún hoy subsiste y habla del movimiento que supo tener Peralta, es la cancha de pelota paleta, que se encuentra aledaña al bar.

Los galpones de la Estación de Trenes también supieron hacer de salones de fiestas en las épocas en que la Cooperadora de la Escuela organizaba fiestas multitudinarias a las que iba gente de los lugares aledaños al paraje como por ejemplo Coronel Pringles, Saldungaray, la gente del campo.
En ese entonces tampoco había luz eléctrica, ya que antes para alumbrarse debían utilizar faroles a gas o kerosén, y más tarde incorporaron los grupos electrógenos para abastecerse de luz, hasta que en los últimos años lograron, las pocas familias que allí residían -en su mayoría encargados de campos, ya que los propietarios migraron a las urbes- tener electricidad.
Pero ese fue el momento más importante de este paraje, ya que cuando dejó de pasar el tren, como sucedió con la mayoría de los parajes, la gente fue abandonando este lugar y el correr de los años hizo que se derrumbaran gran parte de las estructuras y edificios, salvo la cancha de pelota a paleta, entre otras.