En las aguas del río Quequén Salado, a unos 3.500 metros de su desembocadura, un verdadero tesoro pesquero fue descubierto por el pescador tresarroyense Ezequiel Minor.
Le confió a La Voz del Pueblo que lleva más de un año perfeccionando su técnica para capturar corvinas negras, pero de las grandes. Algunas de las cuales alcanzaron los 9 kilos de peso.
"Empecé a encontrar corvinas negras hace como un año y pico", contó Minor. Y agregó que "siempre hubo chiquitas. Por ahí sacaba 15, 20 pichones de dos kilos o un kilo y medio. Y ahora empezaron a salir más grandes".
Si se toma como referencia el mar, el punto donde encontró el pique de las negras grandes estará ubicado a unos 3.500 metros aproximadamente hacia la desembocadura del río Quequén Salado.
Pero si se intenta llegar desde el río mismo, se debe caminar mucho más, y se accede a través de una calle que lo "costea".
Si bien hace años que los pichones de corvinas negras aparecen en las capturas de varios pescadores que van al río en búsqueda de lisas o pejerreyes, recientemente comenzaron a conocerse piques de hermosos ejemplares de corvinas negras que oscilan los 7 a 9 kilos.
Un caso conocido fue el de Omar "?Cali"? Calafate que capturó en la zona de Elvimar, una negra de casi kilos, el Viernes Santo.
Ese mismo día Ezequiel Minor capturó una de 9 kilos y no fue la única. En este caso el pique más río adentro, como veníamos describiendo.
La Voz del Pueblo buscó su testimonio porque -al parecer- hace un tiempo que las viene buscando.
El lugar exacto de pesca es un espacio que Minor visita cada vez que va en busca de esos ejemplares y al que se llega caminando. Debe dejar su auto y dedicarle un extenso tramo de caminata, con los equipos encima.
"Sigo por la orilla del río a través de cuatro lotes de campo. Siempre ando pescando por todos lados y algún pichoncito salía. Pero pensaba que tiene que haber más grandes. Así que agarré y empecé a caminarlo, caminarlo y hasta que empecé a encontrar ese lugar", explicó. Incluso habló de un lugar específico donde realizar al lanzamiento. "Si tirás a diez metros no pasa nada", aseguró.
La técnica de Minor es sencilla pero efectiva. Utiliza una línea de 0.80mm, una plomada y un anzuelo. Como en el río, por esa zona hay muchas ostras que provocan cortes de líneas, prefiere una modalidad más austera que igualmente le rinde frutos. El encarne es con cangrejo de panza rosada, que encuentra en el mismo cauce de agua.
Pero especialmente destacó que la paciencia es la clave en esta pesca. Minor pasó días enteros esperando el momento adecuado. "Hay veces que por ahí vas a la mañana y hasta la tarde no tenés un pique", comentó.
Los piques suelen extenderse entre una hora -y hora y media- luego se corta. La lucha con estas corvinas es intensa, y una buena parte puede verse en el video que compartió con este diario, y que fue filmado por amigos que lo acompañaron, y que contiene la mitad de "?la pelea"?.
Minor contó que llegó a pescar unos 20 pichones de corvinas negras en un solo día, aunque practica la pesca responsable y las devuelve. Y cuando captura grandes, sólo puede llevarse dos.
"Algunas las devuelvo, otras me las llevo", dijo. Ocurre que por la distancia que recorre a pié, el traslado de los equipos no le permite volver con mucha carga. Y con dos de 7 kilos promedio, está más que bien.
El también herrero y trabajador de montaje industrial, confió que al momento de degustar los ejemplares de esta especie, "son más sabrosas que las corvinas rubias".
Minor es de perfil bajo, pero ello no pudo con las ganas de sus amigos de hacer visible la calidad de pesca que realiza, y así pudimos conocer su historia.
Verdaderamente llegar al lugar requiere de un esfuerzo. No está fácil, pero igualmente confesó que su objetivo ahora es aún más ambicioso. "Hasta que no saque una de 15 o 20 kilos no voy a parar".
Con más de un año que le viene dedicando exclusivamente a esta pesca, que practica cada vez que tiene una ventana de tiempo, afirma que la temporada de corvinas negras en el río Quequén Salado podría extenderse hasta junio o julio.