Daniel González Lara: “Ser municipal fue y es una escuela de vida”
DÍA DEL EMPLEADO MUNICIPAL
Con 35 años de servicio, el empleado municipal repasa su extensa trayectoria, los cambios vividos, sus orígenes, aprendizajes y lo que significa haber dedicado su vida al servicio público en Coronel Pringles.

Ayer sábado 8 de noviembre se celebró el Día del Empleado Municipal, una fecha que reconoce la labor cotidiana de quienes, desde diferentes áreas, hacen funcionar la estructura del Estado local. En este marco, Daniel González Lara, es una de las figuras que encarnan la dedicación, el compromiso y la vocación de servicio. Con 35 años de trayectoria, ha transitado por múltiples dependencias municipales y es una de las caras más conocidas por su trabajo en el Hospital Municipal.
Nacido en Chile y radicado en Coronel Pringles desde joven, Daniel encontró en la Municipalidad no solo un empleo, sino un espacio de crecimiento personal y profesional, donde la comunidad se transformó en su segunda familia. En esta charla, repasa sus comienzos, anécdotas, aprendizajes y expectativas ante la inminente jubilación.
¿Cuántos años llevás trabajando en la Municipalidad?
Treinta y cinco años. Una vida entera, con aciertos y desaciertos, pero siempre con la convicción de haber trabajado con responsabilidad y honestidad. En este tiempo hice muchos amigos, conocí gente maravillosa y aprendí a decir que sí cuando se puede y que no cuando no corresponde. Eso también es parte de la honestidad.
¿En qué áreas te desempeñaste durante todo este tiempo?
Ingresé en Acción Social, en la época de Scavuzzo. En ese entonces había que rendir examen para entrar; éramos 29 y quedé primero. Empecé en el Centro Barrial del Barrio Unido, después pasé al Barrio Josefina, más tarde al Hospital, donde estuve en Servicio Social, y luego formé parte del área de Discapacidad cuando se creó. En los últimos años volví al Hospital, donde muchos me recuerdan por la ventanilla, y ahora estoy en facturación.
Mucha gente te asocia al Hospital. ¿Cómo fue ese paso por allí?
Fue una etapa muy linda. Estuve muchos años en el hospital, en contacto directo con la gente. Aprendí que cada persona tiene una historia y que muchas veces uno es la cara visible de la institución. Eso te enseña empatía, paciencia y respeto. Hace un tiempo me trasladaron a facturación, y muchos me preguntaban dónde estaba, porque no me veían más.
¿Estás cerca de la jubilación?
Sí. En marzo cumplo 60 años y ya estaría en condiciones de jubilarme. Es una etapa que espero con alegría. Tengo planes personales, cosas pendientes con mi familia, momentos que quiero recuperar. En lo laboral siento que ya cumplí un ciclo, que di todo lo que podía dar.

Hablás mucho de la familia. ¿Qué lugar ocupa en tu historia?
Un lugar central. Yo llegué a Pringles desde Chile, una ciudad donde no conocía a nadie salvo a mi hermana, que había venido antes. Ella fue un pilar fundamental. Con el tiempo formé mi familia, mis hijos crecieron acá, hoy tengo nietos. Pringles me dio todo: trabajo, amigos y una comunidad que me adoptó. Por eso digo que soy argentino de corazón.
¿Cómo fue ese proceso de llegar desde otro país y adaptarte?
Difícil. Vine en una época complicada, después de un régimen militar, y me encontré con una ciudad distinta, con otras costumbres y palabras. Me costó mucho el idioma, aunque hablemos el mismo español. Recuerdo que una compañera se reía porque no entendía algunas expresiones. Pero con el tiempo aprendí, me capacité, hice amigos y me integré completamente.
¿Tu primer trabajo fue en el municipio?
"No, antes hice de todo. Trabajé en el campo, hice changas, ayudaba donde podía. En realidad, vine a reencontrarme con mi hermana, no pensando en quedarme a trabajar. Pero la vida te lleva por caminos inesperados. Ingresé al municipio por examen, no por contactos, y eso me marcó. Me costó mucho, porque en ese momento no era común que un extranjero pudiera acceder a un cargo público".
¿Te costó adaptarte al ritmo del trabajo municipal?
Al principio sí, pero después fue natural. Me acostumbré a madrugar, a estar temprano en el hospital. De hecho, nunca llegué tarde, soy muy puntual. Hoy entro a las seis y media, y si me levanto después de las seis ya siento que llego tarde (ríe).
¿Recordás alguna anécdota de tus primeros años?
Muchas. Una graciosa tiene que ver con el mate. En Chile no se toma tanto, y cuando llegué no entendía el ritual. Una vez dije "?gracias"? y nadie me pasó más el mate. Pensé que había hecho algo mal. Después aprendí que decir "?gracias"? significa que no querés seguir tomando (ríe). También me costó acostumbrarme al tuteo. En mi país tratábamos de "?usted"? a todos, incluso a los jefes.
Además del trabajo municipal, siempre tuviste otros oficios.
Sí. Nunca me limité al trabajo municipal. Soy gasista, plomero, constructor, apicultor. Siempre me gustó aprender cosas nuevas. Hice cursos, me capacité en la Escuela Profesional. Trabajaba a la mañana en el municipio y a la tarde hacía trabajos particulares. Siempre me gustó mantenerme activo.
¿Vas a seguir con esos trabajos después de jubilarte?
Seguramente sí, pero con otro ritmo. Quiero disfrutar más del tiempo libre, viajar, estar con mi familia, hacer cosas que postergué. No creo que la vida se termine porque uno deje un trabajo. La capacidad y las ganas de aprender van con uno."
¿Qué enseñanza te deja tu paso por la Municipalidad?
Que ser empleado municipal es mucho más que cumplir horarios. Es entender que trabajás para la gente, que tu tarea impacta en otros. Aprendí a escuchar, a poner límites, a resolver problemas y a hacerlo con respeto. También aprendí que la honestidad y la palabra valen más que cualquier cargo.
¿Qué mensaje te gustaría dejarles a tus compañeros en su día?
Les deseo un feliz día a todos los empleados municipales. Que sigan luchando, que sigan siendo servidores públicos de corazón. No somos "?los que no hacen nada"?, como a veces se dice. Somos parte de una maquinaria que hace funcionar la ciudad. Hay mucha gente que se levanta temprano, que trabaja con compromiso y que quiere lo mejor para Pringles. Ser municipal fue y es una escuela de vida. Lo importante es hacerlo con dignidad y respeto.
UNA CARRERA EJEMPLAR
Con serenidad y orgullo, Daniel González Lara repasa su historia con gratitud. A punto de cerrar una etapa y abrir otra, su mirada combina nostalgia y satisfacción. Tres décadas y media después de aquel primer examen, sigue levantándose temprano, con la misma convicción de que servir a la comunidad es una de las formas más nobles de construir ciudadanía. "Ser municipal "?dice Daniel"? es aprender a ser parte del lugar donde uno vive, a cuidar lo que es de todos y a hacerlo con responsabilidad." Y en su caso, esas palabras resumen una vida entera de trabajo, compromiso y pertenencia.


