La emoción se sintió fuerte en Mar del Plata cuando Josefina Pereyra, de 15 años, levantó la medalla de oro en la categoría Postre Sub 18 de los Juegos Bonaerenses 2025. Su plato, bautizado "Dulce Raíz", no solo conquistó al jurado por su sabor y presentación, sino que además conmovió por la historia que lleva detrás.
La joven pringlense decidió participar tras varios años soñando con hacerlo. "Yo de cocina desde muy chica siempre tuve esa conexión, y mi tía me insistía en que algún día me presentara. El año pasado no pude, y este año pasé la etapa local, la regional, y llegué a Mar del Plata"? y gané", contó con una sonrisa que mezclaba sorpresa, orgullo y emoción.
Para su presentación, Josefina preparó una carta que leyó frente al jurado. Allí relató cómo nació su postre: "Dulce Raíz no es solo un postre, es un pedazo de mi vida y de mi historia. Nace de dos lugares que me formaron: Catamarca, donde nací rodeada de aromas de nueces confitadas, y Coronel Pringles, donde crecí entre nogales y recetas familiares".
La base de su creación fue una masa sablé de nuez y naranja, con un relleno inspirado en las nueces confitadas catamarqueñas, baño de fondant y decoración con dulce de leche y nueces. "La masa es una receta de mi abuela, una mujer que cocina sin mirar, confiando en el tacto, el olfato y el amor. Cada vez que la preparo siento que ella está conmigo", dijo emocionada.
Pero detrás de este logro hay también una historia de lucha personal. "El año pasado atravesé un trastorno alimenticio. La cocina, que era mi lugar favorito, se volvió un espacio oscuro, un monstruo. Tuve que alejarme de ella. Hoy estoy acá desde otro lugar, con una relación más sana y amorosa con la comida y conmigo misma. Por eso este premio es mucho más que una medalla: es un renacer".
Josefina nunca hizo cursos de cocina ni tuvo formación profesional. Su pasión nació en casa, con recetas familiares y tardes frente a programas de pastelería. "Nunca tuve profesora ni cursos, todo lo aprendí mirando, probando, equivocándome. Soy fanática de la pastelería, es algo que me apasiona. Ahora quiero estudiar, hacer cursos y formarme. No sé si será mi primera carrera, pero sí quiero que sea parte de mi vida".
También dedicó unas palabras a quienes atraviesan momentos difíciles. "Espero que mi historia pueda servir de ejemplo. A quienes están pasando por un trastorno alimenticio o cualquier situación complicada, quiero decirles que se puede salir. Si una persona que no podía acercarse a la cocina hoy está acá con una medalla de oro, significa que hay esperanza. Si necesitan hablar, yo estoy".
Con su medalla colgada al cuello y la emoción a flor de piel, Josefina, no sólo sumó una nueva presea para Coronel Pringles, sino que también dejó un mensaje profundo de resiliencia y amor propio. Su "Dulce Raíz" fue mucho más que un postre: fue un abrazo a su historia, un homenaje a sus raíces y una inspiración para toda una generación.