La Plazoleta de la Capilla San Cayetano, se convirtió en la tarde de ayer en el escenario de un encuentro cargado de alegría y color. Allí, la comunidad parroquial organizó con gran entusiasmo los festejos por el Día del Niño, logrando una masiva convocatoria que reunió a cientos de chicos junto a sus familias.
Desde las primeras horas de la tarde, el espacio verde se llenó de juegos, animaciones y propuestas recreativas pensadas especialmente para los más pequeños. Durante tres horas, entre las 14 y las 17, los niños disfrutaron de actividades lúdicas coordinadas por voluntarios y grupos de la parroquia, que acompañaron con energía cada instancia de la celebración.
La merienda fue otro de los momentos más esperados. El tradicional chocolate caliente, acompañado de tortas y golosinas, se compartió en un clima de comunidad y cercanía. Familias enteras se sumaron con entusiasmo, generando un ambiente festivo en el que la unión y la participación fueron protagonistas.
El encuentro contó con la colaboración de los catequistas, grupos de jóvenes y vecinos que aportaron tortas, caramelos y sorpresas para los más chicos. También se sumó el grupo de Psicología Social, que animó distintas propuestas recreativas, y el conjunto parroquial "Su Mate", responsable de gran parte de la animación. La organización, como cada año, estuvo a cargo de toda la comunidad parroquial, encabezado por el cura párroco local Matías Pardo, que trabajó con dedicación para ofrecer un festejo abierto y gratuito.
Uno de los aspectos más destacados fue la convocatoria, que trascendió los límites del barrio. Chicos y familias de distintos puntos de la ciudad se acercaron para participar, consolidando a esta celebración como una de las más esperadas dentro del calendario comunitario pringlense.
El espíritu de la jornada giró en torno a la importancia de la infancia y el valor de compartir. Los organizadores remarcaron que el festejo en San Cayetano ya se ha convertido en una tradición local, capaz de reunir a generaciones en un mismo espacio. Las sorpresas preparadas para la ocasión, sumadas a la música y a los animadores, aportaron dinamismo y entusiasmo, garantizando que los más pequeños vivieran una tarde distinta y cargada de sonrisas.
Al caer la tarde, las familias regresaron a sus hogares con la satisfacción de haber compartido un momento especial. La jornada dejó en claro que el Día del Niño es mucho más que una fecha en el calendario: es la oportunidad de valorar el juego, la inocencia y la unión comunitaria.
Con la organización de la parroquia y el acompañamiento de voluntarios, los festejos en la Plazoleta San Cayetano se consolidaron una vez más como un espacio de encuentro y celebración, donde la alegría de los niños marcó el verdadero sentido de la tarde.