La UNS enfrenta la reconstrucción, tras la peor inundación de su historia
GRAVES DAÑOS EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR
El agua alcanzó un metro de altura en los subsuelos, afectando laboratorios, bibliotecas y equipos clave para la enseñanza. La Directora de la Cátedra de Derecho, la pringlense Pamela Tolosa, explica los daños sufridos y las acciones en marcha para ayudar a la comunidad y reanudar las clases.

El pasado 7 de marzo, Bahía Blanca sufrió una de las peores inundaciones de su historia, y la Universidad Nacional del Sur (UNS) no fue la excepción. El agua ingresó a los edificios de la casa de altos estudios, alcanzando un metro de altura en los subsuelos, donde se encuentran los laboratorios de ingeniería, física y química, además de la biblioteca central y diversas aulas.
Pamela Tolosa, Directora de la Cátedra de Derecho de la UNS, explicó la magnitud del desastre: "El agua se terminó de sacar recién el día lunes, la inundación fue el viernes. Recién el lunes se logró retirar casi toda el agua. Los subsuelos quedaron completamente anegados, y dentro de ellos, el 15 de octubre, que alberga algunos de los laboratorios más importantes de la universidad en cuanto a valor de los equipos".
Entre los sectores más afectados se encuentran los laboratorios de física, que sufrieron pérdidas totales, así como los de ingeniería y química. "Cuando se comenzó a extraer el agua, se identificaron múltiples riesgos, más allá del eléctrico. Uno de los laboratorios completamente inundados tenía productos químicos peligrosos, lo que agravó la situación", agregó Tolosa.
Pero la catástrofe, no sólo impactó en la infraestructura y los equipos. "El edificio de San Juan también sufrió daños significativos. Allí se encuentran las bibliotecas de Ciencias Económicas y Humanidades, que están ubicadas en subsuelos y también fueron gravemente afectadas", comentó la académica.
UN LARGO CAMINO HACIA LA RECUPERACIÓN
Tras la primera fase de evacuación del agua, la universidad inició un relevamiento para determinar el alcance real de las pérdidas. Sin embargo, aún persisten dudas sobre el estado de muchos equipos. "Hay algunos aparatos que hoy parecen funcionar, pero que podrían tener daños graves y ser irrecuperables. Aún no podemos precisar la magnitud total de las pérdidas", sostuvo Tolosa.
La casa de estudios ha lanzado una campaña de donaciones, con el objetivo de conseguir apoyo para la reconstrucción. "Hemos recibido respuestas de graduados de la universidad, incluso del exterior, y de algunas empresas interesadas en colaborar. Sin embargo, la necesidad económica es enorme", remarcó la docente.
Además del daño físico a las instalaciones, el proceso de limpieza y desinfección, es una de las principales preocupaciones. "El agua que ingresó está contaminada, lo que hace que la desinfección sea un proceso costosísimo y prolongado. Se están haciendo cálculos sobre el costo total, pero los montos son exorbitantes", explicó Tolosa.
Ante esta situación, la universidad está gestionando ayuda internacional para financiar la tarea de desinfección. "Es un procedimiento fundamental para garantizar la seguridad de estudiantes y docentes, pero su costo es altísimo y el tiempo de ejecución será prolongado", destacó la académica.

LA REANUDACIÓN DE LAS CLASES Y EL IMPACTO EN LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
Uno de los mayores desafíos tras la catástrofe es la reanudación del ciclo lectivo. Originalmente, el inicio del cuatrimestre estaba programado para el 17 de marzo, pero debido a la emergencia, se postergó hasta el 31 de marzo. "Decidimos prorrogar todo el calendario académico por dos semanas. La voluntad es que las clases comiencen en esa fecha, aunque todavía hay muchas dificultades por resolver", aseguró Tolosa.
La interrupción del funcionamiento normal de la universidad también afectó el sistema informático, indispensable para la administración académica. "Los servidores de la UNS estaban en el subsuelo y quedaron bajo el agua. En los primeros días, no sabíamos si podríamos recuperarlos. Afortunadamente, logramos reconectarlos con un grupo electrógeno y evitar mayores daños, lo que permitió reactivar el sistema de exámenes y otros trámites esenciales", detalló la profesora.
A pesar de los esfuerzos, algunos cursos deberán realizarse en espacios alternativos o de manera virtual. "Probablemente algunas clases se dicten en lugares diferentes a los habituales, y en algunos casos, se recurrirá a modalidades online. Los laboratorios destruidos representan un problema mayor para las materias prácticas, por lo que buscaremos soluciones alternativas", explicó Tolosa.
PÉRDIDAS MATERIALES Y HUMANAS
El impacto de la inundación, no sólo se refleja en los laboratorios y bibliotecas destruidas. "Hemos perdido aproximadamente 80.000 libros de la biblioteca central. Aún no hemos terminado de limpiar todo el edificio, pero la magnitud de la pérdida es incalculable", lamentó la académica.
Más allá de las pérdidas materiales, la comunidad universitaria también enfrenta una crisis humanitaria. "Muchos estudiantes, docentes y personal de la universidad lo han perdido todo. En el Departamento de Derecho organizamos actividades solidarias y con los fondos recaudados compramos colchones y ropa de cama para los más afectados", contó Tolosa.
El problema es aún más grave debido a la magnitud del desastre en la ciudad. "Hasta el 30% de la población de Bahía Blanca se vio afectada. Hay familias enteras que perdieron absolutamente todo, y la demanda de ayuda es enorme. Por eso seguimos impulsando iniciativas solidarias para asistir a quienes más lo necesitan", subrayó.
UNA COMUNIDAD UNIDA EN LA RECONSTRUCCIÓN
A pesar de la tragedia, la comunidad universitaria ha demostrado una gran capacidad de resiliencia. "En medio de este desastre, lo que nos alienta es la enorme solidaridad que hemos recibido desde todo el país. Muchos graduados y graduadas de la UNS han ofrecido su apoyo para la reconstrucción, y eso nos da esperanza", afirmó Tolosa.
La docente concluyó con un mensaje de optimismo y compromiso. "Necesitamos volver a la normalidad y garantizar a nuestros estudiantes el derecho a la educación. Será un proceso difícil y costoso, pero estamos haciendo todo lo posible para que el 31 de marzo las clases comiencen. Con la ayuda de todos, podremos salir adelante", concluyó.
La reconstrucción de la Universidad Nacional del Sur será un proceso largo y complejo, pero la determinación de su comunidad educativa es clara: levantarse y seguir adelante, con esfuerzo y solidaridad.




