José María y su Jardín de Frutales que sana el Alma
CULTIVANDO SUEÑOS
En su hogar de Coronel Pringles, José María comparte su pasión por la jardinería y la plantación de frutales, revelando cómo esta actividad ha sido clave para su bienestar emocional y un ejemplo para la comunidad.
En un rincón de Coronel Pringles, José María nos recibió en su hogar, un lugar donde conviven amor por la naturaleza y el esfuerzo personal. A sus años, ha convertido su patio en un auténtico oasis de frutales, dedicando su tiempo y cuidado a diversas plantas que dan vida y color a su hogar.
"Todas estas plantas las planté yo. Tengo pera, manzana, membrillo, pomelo, naranja, un limonero y hasta una higuera atrapada entre las ramas de una pera", comenta con orgullo mientras muestra su jardín.
José María no solo cultiva frutas; también cosecha satisfacción y alegría. Su producción de manzanas y peras no solo se destina al consumo personal, sino que también las comparte con sus hijas, una de ellas reside en nuestra ciudad, y las dos restantes en Bahía Blanca y Punta Alta. "Les llevo lo que cosecho, además de hacer compota y dulce. Se aprovecha, viste", afirma, demostrando su deseo de que cada fruto tiene un propósito.
La jardinería, para él, representa más que una actividad; es un refugio. "Me hace bien porque tuve periodos de depresión y ansiedad. Estoy con eso todavía, pero voy manteniéndome", confiesa José María, revelando el impacto positivo que el cultivo de frutales ha tenido en su salud mental. "Este es mi cable a tierra. Te entretiene, y es muy gratificante".
Sin embargo, con los años, también ha enfrentado desafíos. A medida que el tiempo pasa, las tareas del jardín se vuelven más complejas. "Antes mantenía todo limpio, pero ya no tengo la energía para andar con la pala ancha todos los días", reflexiona. A pesar de esto, sigue comprometido con su huerto, optando por métodos más sencillos como el uso de una bordeadora para manejar el césped.
Entre las técnicas de cultivo, José María aplica cipermetrina para proteger sus plantas, siguiendo consejos del área de producción para asegurar una buena cosecha. "Este año fumigué antes de la floración y obtuve buenos resultados. Si la mosca de verano las ataca, todo se puede perder", menciona con seriedad, consciente de los riesgos que enfrenta.
José María tiene claro que no todos pueden disfrutar de este beneficio, ya que cultivar requiere espacio y dedicación. "La gente mayormente no se anima; o no tiene patio, o simplemente no les gusta. Pero si te apasiona, sabés que vale la pena", asegura.
En un mundo donde el estrés y la rutina son comunes, el testimonio de José María sirve de inspiración para muchos. "Este es un ejemplo de cómo las pequeñas cosas pueden generar grandes cambios en la vida de uno", concluye. La historia de José María es un testimonio de resiliencia, pasión por la naturaleza y la importancia de dedicar tiempo a lo que realmente nos llena de vida.