En la localidad de Carhué, un refugio emerge como un faro de esperanza para aquellos que luchan contra las adicciones. La Fazenda de la Esperanza, un hogar de recuperación para jóvenes con todo tipo de dependencias, ha estado marcando una diferencia notable en la vida de quienes buscan una segunda oportunidad. En esta nota, exploraremos el testimonio y la labor de Carmen Casado, una colaboradora dedicada de esta institución, quien comparte sus experiencias y reflexiones sobre el impacto transformador que la Fazenda tiene en la comunidad de Carhué y más allá. A través de las palabras de Carmen y su compromiso con esta noble causa, descubriremos cómo la Fazenda se convierte en un faro de esperanza para aquellos jóvenes, que están inmersos en las adicciones y en la delincuencia y que buscan un nuevo comienzo en la vida. "Es bueno que se sepa que existe este lugar para recuperación de los jóvenes. Yo estoy trabajando aquí como voluntaria, desde hace 9 años, pero más metida estoy desde hace 6 porque una vez que conocí la obra, a pesar de no tener problema directo en la familia, me gustó y vi el cambio que se producía en los jóvenes que llegaban tan mal, destrozados, rotos y a los pocos meses ya se veían de otra forma, porque en el fondo todos los chicos son buenos", compartió Carmen Casado con emoción.
Casado, quien se identifica como salesiana cooperadora, basa su trabajo en los valores de Don Bosco. "Don Bosco dice que no hay un joven malo, sino que son todos buenos. Lo que pasa es que a veces, no los escuchamos, no los entendemos, nos falta eso y ellos todos llegan a volcarse a los vicios o a las drogas por algún problema en su casa o porque se sienten mal por algo", reflexionó.
La Fazenda de la Esperanza, fundada en Brasil hace 40 años, se ha expandido por todo el mundo. "En Argentina, hay 11 Fazendas, tres de mujeres y el resto de varones. En la provincia de Buenos Aires, hay dos: una en Carhué, que es la que tenemos más cerca, y otra en Florencio Varela. Además, hay Fazendas en Córdoba, Salta, Tucumán y La Rioja", detalló Carmen.
Sobre cómo llegan los jóvenes a la Fazenda, la pringlense explicó: "Nosotros publicamos información por Facebook, y quienes se han recuperado, lo comparten con sus familiares y amigos. Además, cuando terminan su proceso de recuperación, se les entrega un diploma como Embajador de la Esperanza, y ellos mismos, al ver a algún joven con problemas, le explican y lo invitan a acercarse o les pasan nuestros contactos. A mí me contacta gente de Pringles y de la zona, que no sé cómo obtuvieron mi número telefónico, así que te das cuenta que va mucho en el boca en boca".
Respecto a los requisitos para ingresar, Carmen señaló: "Hay una serie de requisitos que deben cumplir, como análisis médicos, pero no necesitan derivación de un médico. No tenemos psiquiatras, psicólogos, ni médicos en la Fazenda. El responsable es alguien que ya pasó por lo mismo, un recuperado, que se dona a la obra para ayudar a otros, que están atravesando lo mismo qué le pasó a él, en su momento".
La Fazenda acoge a jóvenes con diversas adicciones, desde drogas hasta alcohol y juegos de azar. "Aquí en Pringles hay de todo, llegan por todo tipo de adicciones", afirmó Carmen.
Sobre la problemática de la delincuencia juvenil en Coronel Pringles, y al ser consultada sobre qué se puede hacer para que los adolescentes no estén en la calle cometiendo delitos, Carmen opinó: "Llega un momento en que los chicos, no saben qué hacer y se desvían hacia ese camino. Veo que hay pocos límites por parte de la familia, pero es la situación que se vive. No tienen expectativas y necesitan mucho amor y contención. He hablado con algunas mamás de estos chicos y están desesperadas y la situación las supera. Por más que los resguarden, siempre terminan yendo a la casa de algún vecino o amigo que les termina dando alcohol y pastillas u otras sutancias y se vuelve un círculo vicioso, que en algunos casos, los lleva a delinquir". También le preguntamos a Carmen cómo cree que se tendría que trabajar para evitar que adolescentes con problemáticas con las drogas y el alcohol terminen delinquiendo a futuro, a lo que firmemente aseveró. "Es importante que todos hagamos un poco por esos chicos. Necesitan que los escuchen y los contengan, sobre todo", agregó.
En cuanto a quiénes pueden ingresar a la Fazenda, Carmen explicó: "Si son menores, necesitan permiso de la familia. Preferentemente recibimos jóvenes a partir de los 16 años, pero si están convencidos y quieren cambiar su vida, pueden ingresar, sin ningún problema".
Carmen alienta a aquellos que lo necesiten a buscar ayuda. "Si hay alguna madre que está teniendo un problema de adicciones con su hijo, o algún chico que se siente mal y quiere probar ir a la Fazenda, puede contactarme a mí al teléfono 291-425-0825", ofreció.
En conclusión, la labor de la Facenda de la Esperanza en Carhué es un faro de esperanza para aquellos que luchan contra las adicciones. Gracias al compromiso de voluntarios como Carmen Casado, muchos jóvenes encuentran una oportunidad de recuperación y un nuevo comienzo en sus vidas.