"La arquitectura es el testigo insobornable de la historia", así lo decía Octavio Paz y no podría aplicar mejor al momento de la historia que estamos atravesando.
Por Mercedes Miganne - Arquitecta
Espacios públicos, construcciones monumentales y pequeñas viviendas se han visto obligados a adaptarse a este nuevo contexto social y sanitario que nos ha traído el 2020. Este cambio repentino, forzado e imprevisto, nos ha hecho replantearnos la forma de vivir, trabajar y permanecer en los lugares. La mayor incógnita de este proceso es que muchos de estos cambios, que se dieron de manera dramática, van a alterar nuestro habitar futuro.
Movilidad y Espacio Público
Es por eso que ya se habían comenzado a ensayar soluciones para incrementar el espacio público. Hoy por hoy, es una necesidad sanitaria de urgencia el poder lograr esos 2m de distancia que necesitamos para circular y todos estos ensayos teóricos comienzan a tomar especial relevancia.
En ciudades como Barcelona, más específicamente en El Poblenou, se ha implementado con anterioridad un sistema de "supermanzanas" que implica devolver para su uso las calles, transformándolas principalmente en vías peatonales y para las bicicletas. Estos aglomerados de 3 x 3 cuadras apuntan a un desarrollo autosuficiente, garantizando una diversificación de usos para que la gente tenga la mayoría de lo que necesita para su vida diaria dentro de estas fracciones.
Dicha intervención, que restringe el ingreso de autos solo para residentes, garantiza una pacificación de los espacios y por ende permite un reacondicionamiento. Este ensayo se puede observar también en el microcentro porteño, donde la intervención ha llevado hasta la segunda fase, con reacondicionamiento del piso y colocación de equipamiento.
La movilidad activa se ha incrementado por la imposibilidad de tomar el transporte público. Si bien también ha crecido el uso de transporte particular, que es lo menos recomendable en términos de sustentabilidad, la imagen de la bicicleta, que ya venía ganando espacio, ha crecido y empieza a quedar en la retina colectiva. El espacio, que a fuerza de emergencia ha ganado, difícilmente se devuelva puesto que ha quedado demostrada su eficiencia para hacer andar las calles neurálgicas de las grandes capitales
Nuestras casas: la intimidad del espacio habitacional
El habitar doméstico es probablemente el que ha sufrido los cambios más repentinos, y donde se ha hecho más evidente que la manera en la que pensamos los espacios, ha entrado en conflicto con los tiempos que corren. Sin duda el teletrabajo se ha instalado en la mayoría de las áreas, especialmente en las épocas de cuarentena más restrictiva. Si bien esta modalidad ha aparecido como emergencia, hay mayoría de áreas que han encontrado beneficios sustanciales que justificarían su permanencia, pasada la crisis por la pandemia.
Es por eso que tanto desde los proyectistas como los desarrolladores inmobiliarios se ha comenzado a instalar la inquietud de cómo dar respuesta estos nuevos espacios que demanda el usuario.
Hoy en día, en los hogares no hay una frontera entre el espacio laboral y lo doméstico. Esto se ha evidenciado como un problema para la práctica profesional y anímica de los usuarios.
La superposición de usos en el estar comedor de una vivienda, ha demostrado que para poder habitar el espacio de trabajo de igual forma que lo hacemos afuera, necesitamos tener un lugar dentro de las casas que esté directamente pensado para ello.
Para lograr el confort, que es básicamente adonde apuntamos cuando diseñamos, el espacio de trabajo demanda características acústicas, de conectividad y de iluminación particulares, que pueden no ser compatibles con los lugares de esparcimiento. Si bien la idea de destinar m2 a esta actividad puede parecer descabellada, especialmente en los tiempos que corren donde los emprendimientos inmobiliarios tienden a reducir y optimizar las viviendas al máximo, recordemos que hace 100 años las casas no tenían garaje, y sin embargo cuando apareció el auto, la arquitectura dando una respuesta a esta nueva demanda.
Todo llega, todo pasa, todo se transforma
Las corrientes higienistas del siglo XIX y principios del siglo XX, iniciadas en Paris por la crisis de la tuberculosis, culminaron en las grandes intervenciones urbanas y cambios de paradigmas proyectuales que nos guían al día de hoy. Es tal su influencia que en la misma Buenos Aires, hacia fines del siglo XIX, y con el estallido de la Fiebre amarilla, se comenzó una reforma y modernización de la ciudad que le da carácter y funcionalidad a esta urbe moderna.
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